8 de agosto 2011
Dos semanas de descanso en España han sido suficientes para recargar las pilas. Marina y sus amigos tenían razón, por mucho que contara mis aventuras a mis padres y amigas, no parecían comprender nada de mi vida en Londres y de cómo me sentía. “Lo que pasa en Londres, se queda en Londres. Todo el mundo lo sabe. Estamos en la cima del mundo un día. Caemos al pico más bajo al siguiente. Trabajamos como burras por el día. Hacemos la fiesta como locas por la noche. No nos conformamos con lo ordinario, soñamos con lo imposible y un día triunfaremos como las reinas que ya somos.” Abrazo con fuerza a Marina. Habían pasado sólo dos semanas pero había echado tanto de menos su energía y positividad. “Ahora qué, ¿vas a quedar con el Jack? No para de sonarte el móvil, anda aprovecha que ya me gustaría a mi.” Marina exagera en ese sentido, puesto que cada fin de semana se lleva a la cama a una tía diferente. Yo, por otro lado, no sé qué pensar al respecto de Jack. Es cierto que me cuesta sacarlo de mis pensamientos y cuando estamos juntos sólo quiero más tiempo con él…. ¡Pero mi plan no es venir a Londres a echarme novio! Mi plan es centrarme en el trabajo. Quizás debo admitir que mi idea original de volver a España en un año y poder trabajar en una gran empresa no era muy realista. Pero si me doy dos años más de margen estoy segura de poder acercarme a mi objetivo. ¿Sería tan malo que mi corazón se dejase llevar un poco durante ese tiempo? Respondo a la llamada y ante mi propia sorpresa no se trata de Jack, si no de mi jefe. “Alba? I’m so sorry, it’s bad news. We are closing down the shop. You are fired.” Perfecto. En el paro nada más volver de vacaciones. “Marina, voy a necesitar otro de tus abrazos”.
11 de noviembre 2018
“Alba, Alba, Alba, Alba” Mi nombre se repite en bucle en mi cabeza, decenas de voces me lo gritan en los oídos y unos brazos me zarandean violentamente a la derecha y a la izquierda. Tomo una bocanada de aire, levanto bruscamente la cabeza y abro mis ojos de un golpe. Marina, Ali y tres niños me miran fijamente mientras que retomo el conocimiento.
“¿Qué ha pasado?” - pregunto aún aturdida.
“Cariño, te has desmayado. ¿Quién había al teléfono?” - me interroga con preocupación Marina.
Consigo ponerme en pie y al recordar mi conversación telefónica sé que necesito rápidamente salir de ahí y alejarme de la sociedad durante unas horas. Ante las miradas atónitas de Marina y Ali, ignoro sus preguntas, recojo mi móvil del suelo y me pongo a correr esquivándolos en búsqueda de Álvaro. Aprovecho que está entretenido con su cigarrillo para coger las llaves del coche que había dejado anteriormente en la mesita de la entrada. Me apresuro corriendo al coche, pero Marina y Ali me persiguen de muy cerca y no sé si podré lograrlo. Casi no me queda aire de tanto correr y el corazón me late a mil por hora de la adrenalina cuando logro entrar en el 4x4 de esta mañana. Arranco el coche pero justo antes de pisar el acelerador Ali se tira encima del cristal delantero.
“¡¿Estás loca?! - me grita. “¡Baja del coche ya!” - intenta forzar la puerta, pero había bloqueado las puertas con el cierre central.
“Alba, ¡¿qué cojones haces?!” - Marina esta vez parece más enfadada que preocupada, pero yo me resigno a abrirles. Aprovecho el instante en el que Ali se baja del capó para pegar el primer acelerón. Mientras me alejo, abro la ventanilla y les grito de vuelta. “Lo siento mucho, vuelvo esta noche os lo prometo, pero necesito solucionar algo urgentemente.”
1 de enero 2012
Una danza de fuegos artificiales llenan el cielo nublado de colores que se mezclan con los luminosos rojos que decoran el London Eye en el fondo. Londres en navidad tiene una magia especial y por sus calles adornadas de luces te embriaga constantemente el olor a canela e incienso. Jack abre sus brazos para protegerme del frío húmedo que sube del río y yo me fundo en su cálido y reconfortante abrazo. Luego, me aleja un poco de él y busca algo en su bolsillo.
“Feliz año nuevo” - dice entregándome unas llaves.
“¿Qué es esto Jack?”
“Ven vivir conmigo, en mi piso. Quiero ver a tí todos los días. Dime si.”
La propuesta me viene de sorpresa total pero mi realidad económica es bien triste en este momento.
“Jack, yo no puedo pagar la mitad de tu alquiler, apenas me llega para pagar la habitación de Harrow.”
“No quiero dinero. Quiero tener a ti conmigo. Siempre.”
Miro a mi alrededor y solo veo parejas felices felicitándose el nuevo año. ¿No me merezco un poco de felicidad yo también? El espíritu festivo me empuja hacia Jack, pongo mis dos manos en sus mejillas y le beso con pasión.
“Si, claro que si.”
Apesar del frío de medianoche siento un hormigueo de felicidad y nervios que me sube por el estómago hasta el pecho y que me calienta y reconforta. ¿Podría ser tan fácil encontrar la felicidad? Yo que nunca he creído en el amor y que siempre he presagiado una longeva vida como single aquí me encuentro en un puente de Westminster, celebrando el nuevo año rodeada de abundantes muestras de amor y alegría que se entremezclan con un cielo irisado, tal estampa del festival Holi. A mi derecha hay una furgoneta que sirve vino caliente y Jack y yo nos acercamos para comprar uno de sus mulled wine y ayudarnos a mantener el cuerpo en calor. El hombre que está dentro sirviendo las bebidas no parece compartir esta felicidad y cuando nos devuelve el cambio, no puedo evitarlo y me acerco a él ante la mirada desconcertada de Jack.
“So sorry to bother you. Can I ask you a question?”
“Yes, go for it my love.” - su acento norteño le delata.
“Are you happy?”
“Happy? Haha, you make me laugh, young lady. I don’t have a family to spend Christmas with. I am working New Year’s Eve to be able to pay for my rent. No, I’m not happy and now if you excuse me there are more thirsty clients waiting to be served.”
Jack y yo volvemos lentamente a nuestra esquina entre las miles de personas que nos rodean y ya en nuestro spot miro hacia atrás y echo un último vistazo a la furgoneta, dominada por un cartel con letras neón que leen Royal. Unos tan felices y otros tan miserables. ¿Esa era la vida? Y entonces me viene un pensamiento y lo visualizo por primera vez en mi mente. El logo, la página web, los clientes...
“Jack, ya lo sé. Mi empresa hará que la gente nunca esté sola en las vacaciones. Se llamará Royal.”
“¿Qué dices? No comprendo”
“Un sitio web de encuentros para la gente que pasa las festividades sola.”
Pensativo, Jack pregunta. “¿Cómo?”
“Desde tu casa, puedo crear y lanzar la página web. Andrea, la novia de Marina, puede ayudarme. Será como una página de citas pero quitando el elemento romántico.”
Jack continúa pensativo. “Desde NUESTRA casa. Pero no puedes llamar tu empresa Royal, es muy general, necesitas nombre más complicado, da otra vuelta”
“¿Otra vuelta?”
“Si, think about it again, give it another go, I mean.”
“No, Jack. Ya está. Le doy la vuelta a Royal. Royal Layor, esa va a ser mi empresa.”
Jack no está para nada convencido pero parece querer apoyarme en esta idea loca mía. Levanta su vino y brindamos por Royal Layor, mi nuevo trabajo, y por nuestra vida juntos que acaba que está apunto de arrancar.
“Happy New Year”
11 de noviembre 2018
El día prometía interesante cuando me levanté esta mañana, pero jamás habría imaginado que se desarrollaría cómo lo estaba pasando. Me centro lo máximo posible en la carretera pero es imposible saber hacia donde dirigirme y avanzo lentamente para evitar acabar en la cuneta de una de estas carreteras solitarias y morir de hambre, frío o cualquier otra desventura. Tras cuarenta minutos de trayecto aparco en un camino de tierra y hierbas que encuentro a la derecha de la carretera. Siempre había imaginado Marruecos como un país cálido, de tierras áridas y desérticas, pero el paisaje montañoso de la zona me sorprende. Cogo mi móvil y decido hacer uso de los datos que compré en Tetuán para conectarme a internet y ver por dónde ando. En mi mente sólo tengo un objetivo: llegar a Chefchaouen, encontrar un banco, ingresar el dinero y volver como si nada hubiera pasado. Pero primero necesito llamar a Andrea.
“Hola Andrea, soy Alba.”
“Hola. No me esperaba tu llamada tan pronto.”
“Si, se han complicado las cosas. ¿Puedes meterme el dinero en el banco?”
“Si, ahora mismo te hago la transferencia. Espero que tengas suerte esta vez. ¿Marina te ha preguntado por mi?” - me pregunta tímidamente.
“No, lo siento. Tengo que dejarte, aun me queda camino.”
“Un saludo Alba.”
9 de marzo 2012
“Dale a ese botón y estás en línea.”
Siguiendo las instrucciones de Andrea, le doy a launch y actualizo la página web. Allí está. Mi bebé. Mi empresa que acaba de nacer. Andrea, Marina y Jack me abrazan y yo abro la botella de champán y brindamos.
“Por Royal Layor”
“Por Royal Layor y por nosotros”
Marina aún no lo sabe, pero aunque yo sea la cabeza principal, Andrea y Jack son mis inversores y poseen un tercio de la empresa cada uno. Andrea ha estimado que por ahora y para proteger a Marina lo mejor es mantenerlo en secreto.
Comentarios
Publicar un comentario