14 de noviembre 2018
“Enhorabuena, has sobrevivido tu primer día como profe en la escuela y no te has escapado con el coche de Álvaro alhamdulillah”
“Gracias Ali, todo un placer, me ha encantado. No me extraña que le pongas tanto trabajo, es un sentimiento muy bonito ver esas caras de curiosidad de los chicos.”
“Si, es cierto.” Ali se queda unos segundos pensando antes de continuar. “Sé que Marina me mintió y que no eras profesora en Londres. No entiendo qué quieres que no sepa, pero sea lo que sea, tienes dotes de profesora, no lo dejes.”
“¿Cómo sabes que…?”
“Adoro esta fundación. No voy a dejar que cualquiera venga aquí a arruinarla. Siempre hago mis investigaciones.”
“No creas todo lo que hayas leído de mí.”
“No lo hago. Por eso estás aquí. Bueno y porque Marina me insistió durante una semana.”
Típico de Marina, su labia siempre acaba convenciendo hasta a los más renegados.
“Gracias por la oportunidad entonces.”
“De nada. Como te digo, mientras no secuestres a Naila ni te lleves mi coche, podemos estar en paz.” Su tono es serio pero a la vez puedo ver como se ríe para sí mismo.
“Vale, ¿trato?” Extiendo mi mano para finalizar la transición.
“Trato hecho. Por cierto, esta tarde hay una fiesta en Tetuán, vienen Álvaro y Mario. Si queréis Marina y tú podéis venir. Salimos en dos horas, paso a recogerlos así que puedes pensártelo. Hasta ahora.”
Llegamos a Tetuán en el Ford Fiesta de Ali sobre las siete de la tarde. Hemos pasado todo el trayecto escuchando versiones de éxitos españoles e ingleses en una mezcla de dariya y francés mientras que Mario intentaba cantarlas con poco éxito y Marina lo grababa en su móvil para poder chantajearlo más adelante. Una vez entramos a la sala de fiesta, por así llamarla, lo primero que noto es una barra con mil variedades de zumos, tés y Briwats y una especie de pista de baile rodeada de puffs con un patrón de cuadros rojos y verdes, donde bailan por un lado tres hombres con sus túnicas coloridas y por otro lado cuatro mujeres con sus caftanes de telas de seda. A la derecha, al lado del portón de madera, unos músicos locales tocan el laúd y una especie de tambor, en lo que parece una improvisación del momento.
“El tambor se llama Darbuka” - interrumpe mis pensamientos Ali. “Bebe esto, es té bien cargado de azúcar así que te animará.”
El lugar empieza a llenarse rápidamente y para las ocho ya no cabe nadie más pero los locales siguen viniendo. Marina y yo pasamos una buena parte de la tarde-noche grabando videos con Mario y Álvaro que están intentando imitar los bailes tradicionales. Además, Álvaro ha traído alcohol no se de donde y los tés pronto se convierten en cubatas a escondidas de las miradas de Ali, que parece entretenerse con unos amigos suyos de la ciudad. El sonido de los darbukas cambian radicalmente por música más movida que sale de unos altavoces instalados bajo la barra. La fiesta se anima cada vez más y con ella los cubatas que salen de la artillería pesada de los frascos de aluminio de Álvaro. Un cubata. Y otro. Y otro. Mi cabeza empieza a dar vueltas.
“Guapa, ¿recuerdas nuestras fiestas en Londres?”
“Claro que sí Marina, cómo para olvidar cuando íbamos a los sitios más random y luego cogíamos los buses a las tres de la mañana y acabamos siempre perdidas en barrios chungos.”
“The good all times. Open up my eager eyes, cos I’m Mister Brightside”
“Diós, ¡temazo!”
“¿Y recuerdas cuando te noquearon con una botella de whiskey? ¡Qué locuras hacíamos!”
Mi risa para en seco al oír esas palabras.
“Mierda, lo siento Alba.”
“Es cuando conocí a Jack. ¿Cómo puedes recordarme eso?” Mi corazón se salta un latido al volver a visualizar ese momento de mi pasado que tanto tiempo llevaba intentando olvidar. “Voy al baño, ahora vuelvo.”
Siento el calor del alcohol y de la pena acumulada montar de mi estómago a mi garganta y las lágrimas llenar mis ojos sin que las deje escapar. Salgo rápido de la fiesta a tomar una bocanada de aire fresco. ¿Cómo Marina puede osar recordarme a Jack? ¿Acaso le recuerdo yo cómo conoció a su querida Andrea? Hay cosas que no se recuerdan por buenos motivos, menos entre amigas. Álvaro y Mario me ven salir de la sala pero Marina les retiene para darme tiempo para calmarme. Sin embargo, el frío de las montañas que rodean Tetuan no me reconforta y decido alejarme un poco del local que se sitúa en una de las calles del centro de la ciudad. Una podría pensar estar en Andalucía en estas calles amplias, con edificios altos blancos y balcones de color azul marino. Echo de menos a mis padres y a los buenos momentos de mi infancia con ellos, así que me siento en un banco al final de la calle y les mando un mensaje.
“Mamá, papá. Os prometo que cuando acabe en Marruecos vuelvo a casa una temporada. Os quiero.”
Cierro los ojos e imagino a mi madre abrazarme tiernamente como solía hacerlo cuando tenía pesadillas de pequeña. “Todo tiene solución en esta vida mi amor”, me solía decir. Si solamente fuera verdad… “Buenas noches mi niña.” “Buenas noches mamá”.
…
…
“¿Alba?”
...
“¿Alba?”
Escucho mi nombre pero no veo a nadie.
“Alba, despierta.”
El tono de voz es serio y grave, pero a la vez reconfortante. “¿Mamá? ¿Papá?” Sigo sin ver nada, y mi cabeza sin poder quedarse quieta sobre los hombros. Me dejo levantar y llevar sin saber muy bien ni a dónde ni por quién, mi cuerpo se deja hacer y mi mente por primera vez en mucho tiempo está libre de remordimientos. Un sentimiento nuevo para mi y antes de volver a caer en el abismo de mi inconsciencia susurro “Seas quien seas, no me dejes caer.”
6 de julio 2016
Hoy es mi primera entrevista con la BBC para el programa Young Entrepreneurs. Jack me ha dejado una nota en la cama deseándome buena suerte antes de irse a trabajar. Halima está conmigo en la sala de espera y repasamos juntas los números de la empresa. Todo debe estar perfecto ya que esto puede lanzarnos como una de las empresas más pioneras del momento en el Reino Unido y la publicidad puede darnos otros tantos millones de suscriptores. Andrea también está apunto de regresar de la India y pasar un mes aquí para ayudar a montar la parte informática que necesitamos para que la plataforma aguante el aumento de datos.
“Are you ready?”
“Yes, let’s go.”
La verdad es que no estoy lista, nunca se puede estar lista para un momento tan importante como este. Pero sonrio y salgo al plató. En engañar y poner buena fachada me he hecho una experta estos últimos meses.
15 de noviembre 2018
“¿Está viva?”
“Creo que sí, pero está bien dormidita”
“¡¿Hola?!”
“¡¿Hola?!”
Entreabro los ojos y la claridad me hace cerrarlos de nuevo. Pero noto que hay alguien más en mi cama.
“¡Está despierta!”
Cuando consigo abrirlos enteros, las miradas de Naila y Marina están fijadas en mi.
“Buenos días.” Consigo a decir a penas. “Vaya recibimiento para ser la mañana.”
“Cariño, son las doce del medio día, yo no llamaría a esto “la mañana”.” Me dice Marina riéndose. “¿Me perdonas por lo que dije anoche?”
“Claro que sí. Ven aquí.” Le doy un abrazo al que se nos unen los pequeños brazos de Naila.
“¿Y tú qué haces aquí monstruito?” Naila se encoge de hombros y sale de la habitación corriendo.
“¿De verdad no te acuerdas de lo que pasó anoche?” Pregunta Marina extrañada justo cuando se abre la puerta y pasan Mario y Álvaro a mi habitación.
“Hombre, la bella durmiente se despierta. Vaya susto el de anoche joder Alba. No vuelvas a darte paseos a media noche por Tetuán sola.”
“Sólo quería respirar un poco, lo siento, no quería asustar a nadie.”
“Respirar no es irse a cinco calles más allá y quedarte sobada” Continúa Álvaro. “Menos mal que Ali te encontró.”
“¿Está aquí? Me va a caer una buena bronca, ¿verdad?”
“Probablemente. Vino esta mañana a ver si seguías viva jaja.”
“Muy gracioso Mario, pero todos ayer les distéis al frasco, no mintáis.”
“Ya pero no se nos fue tanto de las manos. Anda vístete y baja ya que Ali quiere hablar contigo.”
Los tres salen de mi cuarto y con torpeza y un gran dolor de cabeza, enfilo mis vaqueros, una camisa azul de lunares blancos y mis deportivas y bajo al salón. Ali me señala que salga al patio y su cara parece decirme que voy a quedarme aquí en Marruecos muy poco tiempo.
“Hola”, digo tímidamente. “Lo siento mucho de verdad, yo no quería, no lo hice con mala intención, yo…”
“Da igual” Me interrumpe.
“¿Cómo? ¿No estás enfadado?”
“Si, pero da igual ahora. Esto es más importante. Aquí tienes que ser sincera al cien por cien. ¿Quién es Andrea y qué sabes de ella?”
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